|
Las enfermedades que no surgen de una intoxicación, un traumatismo o un envenenamiento provienen de conflictos emocionales sostenidos durante un tiempo amplio o por vivencias inabarcables y agudas sufridas desde un lugar de inadaptabilidad al medio que terminan provocando una alteración de nuestro equilibrio biofísico y por tanto traen como consecuencia la manifestación orgánica. |
Conozco a un niño al que adoro, comenzó a tomar esencias florales nada más nacer, ha ingerido walnut (esencias floral de nogal), en cada uno de los acontecimientos importantes en su vida, jamás ha enfermado y ahora tiene once años, cada vez que ha sufrido una alteración en el equilibrio de su energía vital, en su historia personal, inmediatamente ha tomado un estracto o una fórmula floral afin con su dificultad, que le ha ayudado a reequilibrar su polaridad corporal, marcando la acción opuesta a su alteración biofísica y por tanto manteniendo un ritmo de normalidad, que amortiguado la respuesta biologica, incidiendo también de manera benéfica sobre su cuerpo en el intento de evitar en todo momento que cualquier órgano pueda manifestar una alteración en el campo electromagnético, es decir una pérdida de la frecuencia de ese órgano, medible en hercios y que es la base fundamental para el mantenimiento de las funciones corporales y del equilibrio bioquímico, conservando de esta forma su salud vital.
Ejemplos como el de este niño podrían ser mucho más habituales de lo que creemos si tuvieramos en cuenta y con sentido común lo que la mayoría de los expertos florales ya deberíamos saber, o al menos lo que deberíamos comenzar a manejar.
Entendemos, según los escritos del propio Dr. Bach, que toda enfermedad se gesta en la raíz de una tendencia mental repetitiva, generadora de debilidad en la acción incomprensible ante conflictos vitales que afectan según la manera de pensar de un individuo y de su desconexión con su propio propósito vital generando acciones que disparan los programas de defensa en nuestro organismo.
Sabemos que mantener una rigidez mental única, unipersonal, adcrita o mejor dicho alimentada por nuestras emociones y nuestros conflictos biologicos, constituye un inconveniente de inflexibilidad a la hora de abordar la vida y los acontecimientos que está trae, impidiendo que se despierten verdaderos mecanismos de salud, y mucho menos si carecemos de lo que ahora denominamos, inteligencia emocional.
Esta inteligencia constituye todo un aprendizaje real de nuestra biología y no una memorización intelectual de cualquier tipo de literatura new age que pueda caer en nuestras manos, y que más allá de sus contenidos reflexivos, no suele tener en cuenta el marco experiencial donde la naturaleza se manifiesta, y que sin duda va más allá de nuestras razones.
Suelo comentar cuando alguien me pregunta mi opinión sobre las flores, si no somos capaces de dominar el ritmo cardiaco, o el tiempo que tarda la linfa en recorrer nuestro cuerpo, o nuestro pulso, o nuestras secreciones, ¿cómo podemos pretender que un impacto emocional pueda ser dominado? si nuestras constantes vitales comienzan a jugar en la cuerda floja que maneja nuestro cerebro antiguo, nuestra parte reptiliana, al que además no solemos hacer caso y que esta entrenado para mantener la vida según la percibimos a través del instinto, como podemos pretender no reaccionar? o creer que nuestro sistema defensivo no va a manifestarse con una solución sintomática.
Las esencias florales, por su forma de elaboración, por su composición, y su eficacia dentro del terreno de la física que no de la química, (aunque disponga de un vehículo químico portador, agua con coñac), por su rango de benignidad, contribuyendo a la puesta en marcha de nuestra capacidad reflexiva y nuestra tolerancia a lo incierto, constituyen el mejor agente externo regulador ante la posible alteración en el campo biofísico, conservadoras de la salud, restituyentes del equilibrio natural, son una medicina preventiva, que sin apenas darnos cuenta y tomadas a tiempo, nos van a ayudar a transformar numerosas situaciones que puedan poner en peligro la respuesta inmune ante las constantes dificultades del momento presente en el que vivimos.
Por tanto estaríamos ante una medicina que evitará la pérdida de energia, o como señalaba Bach, una medicina de futuro, donde el mantenimiento del cuerpo físico no pasa sólo por una alimentación sana o un deporte moderado, o una inteligencia emocional media, sino sobre todo y por encima de todo, por una conservación de nuestro campo electromagnético.
En una era tecnológica, donde todo esta siendo medido, la primera variable medible varios días, semanas o algunos meses antes de que se produzca una enfermedad manifiesta es la lectura de este campo electromagnético, que cae o sube de manera estrepitosa por un acontecimiento inesperado, y que puede afectar a un órgano, que buscará intentar reestructurar la pérdida de frecuencia y que al no conseguirlo terminará generando una patología. Si por el contrario cuando surge este momento inabarcable, al que si le aplicamos flores podremos evitar posteriores padecimientos que en algunos caso podrian ser muy contundentes, reconstituyendo de manera breve cualquier alteración.
Me comentaba una alumna hace poco que cuando algunos pacientes del hospital donde trabaja intentaban describirle lo que sentían después de las pruebas de medicina nuclear, señalaban sentirse como una interferencia constante de radio pero dentro del propio cuerpo, incluso de manera onomatopéyica y risueña me imitaba el sonido de un aparato eléctrico como la batidora...
Una esencia floral, por ejemplo, como la milenrama, restituye después de la prueba médica en un periodo de tiempo cortísimo el ritmo de estres natural, ayudando a la eliminación de la radioactividad residual de la prueba que de otro modo mantedría la alteración y el estrés vital en cotas mas altas durante aproximadamente un año, dependiendo de la dureza de la prueba.
Estamos muy acostumbrados a considerar las toxinas químicas, pero que os parece considerar las emociones tóxicas o el modo de pensar repetitivo como billete seguro a una enfermedad crónica.
Esta idea no es algo descubierto en este siglo pero lo que si podemos aplicar de una manera universal y sí pertenece a este siglo, es la difusión, es el uso de las esencias florales como remedios complementarios preventivos imprescindibles, así que en este tiempo estival y con la ayuda de un profesional, podríamos considerar un botiquín floral, la mejor de nuestras inversiones vacacionales, sobre todo porque nos van a regalar salud, prevención.
Al igual que nos volvemos locos buscando la crema de factor adecuado o el fruto mágico de nuestra linea anti edad, seamos un poco más reflexivos. Comencemos a cambiar nuestros patrones de pensamiento, nuestras respuestas inmediatas, nuestra tendencia instintiva, y tomemos elixires florales, garantizado que nos ayudarán a comprender!!
Alicia Nevado
Experta en Esencias Florales
alicianevado@alifflower.com